Abadía de San Pedro de Cardeña
No existen fuentes documentales directas que hablen de la fundación de Cardeña. En los 373 documentos de compra-venta y donaciones que se registran en el Becerro Gótico de Cardeña (años 899 a 1085) no está consignada la escritura fundacional. Antiguos historiadores benedictinos han considerado este monasterio como el primer cenobio de monjes negros (benedictinos) fundado en España. Algunos han apuntado el hecho de que, probablemente, pudiera haber existido ya en el siglo VIII. Sin embargo, ante la escasez de noticias en los documentos escritos teniendo en cuenta la poca fiabilidad de algunos datos, la historiografía modera no ha podido precisar bien los orígenes de esta abadía.
La fecha de la segunda repoblación de Cardeña constaba, al parecer, en un breviario antiguo que pudo consultar en el siglo XVIII el que fuera abad de este monasterio -nombrado en 1721-, Fray Francisco de Berganza (1663-1737): "Era DCCCC.XXX.VII (año 899) fue poblado el monasterio de Cardeña por el rey Alfonso de León" (Antigüedades de España I, 175). Del mismo año se habla en el Cronicón de Cardeña. Y en los Anales Compostelanos se lee: "Era DCCCC.XXX.VII fuit Cardena populata". A partir de esta fecha, en particular desde el año 902, en el que consta una donación hecha al monasterio por Don Gonzalo Téllez y su esposa, es posible seguir con suficiente objetividad la historia de Cardeña hasta nuestros días, aunque exista algún vacío documental, sobre todo en las épocas en que el monasterio estuvo abandonado, esto es, desde el año 1835, cuando por voluntad de Álvarez Mendizábal son dictadas en España las leyes de desamortización y exclaustración de los religiosos, hasta el año 1942, momento en el que se restaura la vida monástico en el lugar.
Cardeña es célebre por la santidad de los 200 monjes que fueron martirizados por los musulmanes durante la invasión árabe a finales del siglo IX, en tiempos del abad Sancho. Canonizados en 1603, acontecimiento que va a suscitar una demanda exorbitante de reliquias, además de un importante movimiento devocional en torno a los santos Mártires. El monasterio refuerza su celebridad y hasta él acuden muchos devotos, entre ellos el rey Felipe III y su esposa la reina Doña Margarita de Austria.
Es célebre por su vinculación con el héroe castellano Ruy Díaz (1043-1099), el Cid Campeador, quien dejó a su esposa y a sus dos hijas al amparo del monasterio, bajo la protección y hospitalidad del santo abad Sisebuto († 1086) y de sus monjes, cuando partía, en el año 1081, a sus empresas guerreras en el destierro. Y aquí reposarán los restos del Campeador tres años después de su muerte, acaecida en Valencia el año 1099. De aquella época tan sólo quedan algunos restos arqueológicos, como una torre románica y algunas partes del claustro, ya que el edificio fue completamente renovado en el siglo XV, bajo el estilo gótico que actualmente predomina. La iglesia, de tres naves, es obra de Pedro del Burgo y data de estas fechas. Tiene una sillería de estilo gótico-mudéjar. La Sala Capitular, del siglo XIII, alberga el museo.
Cardeña es célebre por la cultura y el arte que alumbró en el siglo XI a través de su famoso Scriptorium, foco de difusión de los textos benedictinos por excelencia, a saber, la Regla de San Benito y el Libro de los Diálogos de San Gregorio Magno, obras que alcanzaron gran popularidad y enorme influencia en la cultura y literatura religiosas de la Edad Media, sin olvidar el Libro de los Morales del mismo San Gregorio, primer manuscrito copiado en el scriptorium caradignense del que se tiene noticia (año 914), además de otros códices que hicieron famosos ya en el siglo X a los monjes amanuenses de Cardeña.
En el siglo XIX las instituciones religiosas van a padecer los efectos de las nuevas corrientes surgidas de la Ilustración y de la Revolución Francesa. Los monjes y los religiosos, desacreditados por los Enciclopedistas, tenían mala prensa en toda Europa. A partir de 1809, la España liberal, consentirá la supresión de una parte muy importante de sus conventos y monasterios. Los años siguientes (1835-1836) las medidas desamortizadoras fueron en aumento.
Desde 1836 y hasta mayo de 1942 el monasterio de Cardeña se vio privado de sus monjes y de la vida monástica. Durante ese largo periodo de 106 años el cenobio castellano sirvió para casi todo, menos para lo que había sido su fin originario: La primera medida que tomaron las autoridades eclesiásticas fue convertir el lugar en casa de corrección de clérigos.
En 1880 lo ocuparon algunos monjes trapenses hispano-franceses, pertenecientes a la llamada "Comunidad Errante", que por entonces se encontraban en la abadía francesa de Diviélle. La estancia en Cardeña duró unos meses.
En 1888 se instalaba en sus dependencias una pequeña comunidad de Hermanos religiosos pertenecientes a la "Orden de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías" (Escolapios). En 1901 abandonaban el lugar.
En 1905 llegaron al monasterio un grupo de Frailes Capuchinos expulsados de Toulouse (Francia), Estuvieron aquí hasta 1921.
De 1936 a 1939 durante la Guerra Civil española, Cardeña se convirtió en campo de concentración de reclusos.
Por fin, el 1 de mayo de 1942 se restauraba la vida monástica en San Pedro de Cardeña por monjes cistercienses llegados del monasterio palentino de San Isidro de Dueñas. Con esfuerzo y constancia los monjes conseguían rehabilitar de nuevo la observancia de la Regla de San Benito en el deteriorado monasterio.
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