Santuario de Montserrat

Santuario de Montserrat

Enclavado en el corazón de la montaña más emblemática de Cataluña y a tan sólo 60 kilómetros de Barcelona, el Santuario de Montserrat surge en medio de un paisaje único y espectacular. La gran devoción existente por la Virgen de Montserrat, unida a la singularidad del entorno y la importancia cultural del monasterio, hacen de Montserrat un lugar diferente.

Y es que Montserrat, además de santuario, es monasterio y montaña. He aquí la característica que distingue a este destino mariano.

El principal destino sagrado de Cataluña ha sido desde siempre un lugar muy reconocido y apreciado por muchos y variados motivos. No en vano, recibe anualmente la visita de más de 2 millones de personas. Diariamente, peregrinos y fieles de todos los rincones acuden a venerar a Nuestra Señora, conocida popularmente como "La Moreneta". A este reconocimiento han contribuído de manera continuada los monjes benedictinos que viven en el monasterio. Ellos son los que cuidan de la Virgen, atienden al peregrino y llevan a cabo la labor de guardar y preservar la cultura y el arte.

Esta diversidad y pluralidad que proyecta Montserrat al exterior hace que las personas que se acercan hasta aquí lo hagan por diferentes motivaciones: por venerar a la Virgen, por disfrutar del paraje natural, por admirar el patrimonio artístico o simplemente por realizar una visita turística. Por esto mismo, Montserrat no sólo es un lugar concebido por y para los peregrinos, sino para todo aquel que se acerque a visitarlo.

El recinto es una verdadera maravilla, una gran sala donde el visitante puede disfrutar de la Basílica, lugar donde se encuentra la Sagrada Imagen, el Parque Natural, el Monasterio, la Escolanía y el museo.

La basílica de Montserrat está construída bajo el estilo gótico y renacentista que en el siglo XVI se aplicaba en la arquitectura catalana. Fue consagrada en 1592 y ha sido objeto de reconstrucción y renovación a lo largo de los siglos XIX y XX. La fachada actual data de 1901 y su interior tuvo que ser restaurado tras la destrucción napoleónica en 1811.

La basílica es uno de los monumentos y espacios más significativos de Montserrat.

Nada más entrar, lo primero que se ve es el coro de los monjes y el altar mayor. En la parte superior y bajo un templete dorado se puede ver el trono plateado con la imagen de Santa María que preside toda la nave.

A diferencia de otras iglesias, la de Montserrat tiene una única nave con capillas comunicadas a través de contrafuertes y en su parte superior, tribunas laterales.

No se trata de una iglesia de grandes proporciones, aunque si pensamos en la época en que fue construída, el lugar dónde se encuentra y los medios con los que se contaba, sí parece que en su día fuese una gran construcción. El templo, a pesar de la luz natural que entra por sus ventanales, no ha perdido su ambiente de intimidad y recogimiento.

Las capillas laterales que enmarcan la nave central están decoradas con ricas esculturas, pinturas y obras de diferentes artistas catalanes. En el lado izquierdo, la primera capilla está dedicada a Santa Escolástica, hermana de San Benito. La segunda, la del Santísimo, es de una gran  sobriedad que invita al silencio y a la oración, destacando el conjunto formado por  el altar y el retablo. En la tercera capilla se encuentra una pintura monumental que representa la huída a Egipto. La siguiente capilla es la del Santo Cristo, con la imagen de Cristo clavado en la cruz. Finalmente, la última capilla está dedicada a la Inmaculada Concepción. En la cabecera de la nave, en medio del presbiterio y del coro, se encuentra el altar mayor formado por un solo bloque de piedra de ocho toneladas extraído de la montaña.

Para venerar la imagen de Santa María, es necesario salir de la basílica y entrar nuevamente en ella por la puerta lateral de la derecha. Al ir avanzando se van contemplando las capillas laterales, las cuales, además de estar embellecidas con notables esculturas y vitrales con alusiones a la vida de María, contienen las sepulturas de las familias que hicieron posible su ornamentación a finales del s. XIX.

La reforma de la estancia del trono de la Virgen con las correspondientes antecámaras y la construcción de una nueva escalera de acceso al camarín comenzó en 1944 y culminó totalmente en 1954. En la ejecución del proyecto intervinieron arquitectos, dibujantes, orfebres y escultores catalanes con la finalidad de conseguir una síntesis de las artes plásticas catalanas. La Sagrada Imagen reposa sobre un bloque de piedra pulimentada de la montaña de Montserrat. La Virgen está protegida por un baldaquín y un cristal oval. El gesto ritual que se utiliza para venerar esta imagen es besar o tocar su mano derecha, que sostiene una bola, símbolo del universo.

Al bajar del trono de la Virgen se encuentra el camarín o capilla de la Virgen, espacio diseñado por el maestro Francisco de Paula y ayudado por el joven arquitecto Antonio Gaudí. La decoración interior es una mezcla perfecta de elementos neorrománicos, neogóticos y renacentistas, que la sitúan en el premodernismo catalán. Uno de los puntos del camarín con mayor interés es sin duda la pintura de la cúpula, basada en un precioso colorido de tonalidades claras y luminosas de difícil ejecución por problemas de perspectiva. El conjunto supone una auténtica joya artística de Montserrat y de la pintura catalana moderna.

El órgano de la Basílica de Montserrat merece una mención especial. Montserrat ha sido siempre un referente musical en Cataluña. A lo largo de su historia, ha acogido grandes compositores, ha contado con una de las escolanías más importantes de Europa y ha desarrollado una intensa actividad musical. El actual órgano, recientemente inaugurado, tiene 4.242 tubos, mide 12,5 metros de altura y 5,5 de anchura y pesa unos 12.000 kilogramos. Es una pieza elaborada de manera totalmente artesanal, que cuenta con cuatro teclado manuales y uno de pedal. Los 4.242 tubos se agrupan en diferentes familias llamadas registros, que el organista puede utilizar para hacer combinaciones. El de Montserrat tiene 63, lo que aporta una calidad extraordinaria de posibilidades. Este nuevo instumento permite la interpretación de todo el abanico de literatura organística, desde Bach hasta las obras maestras contemporáneas, lo que situa a Montserrat entre los más altos niveles musicales internacionales, ya que cuenta con las prestaciones de uno de los órganos más grandes y potentes de Europa.

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