UN POCO DE HISTORIA
La masía tiene su origen en tiempos de la Roma Imperial, en donde los romanos identificaban la "villa" como un conjunto de casas campesinas, germen de lo que más tarde se empezó a considerar como el “mas” o “masía”. El término masía se utiliza en términos arquitectónicos y literarios, mientras que mas se utiliza como unidad agrícola de casa, tierras de cultivo y cría de ganado. No es hasta finales de la Edad Media cuando la vida en la masía no se termina de estabilizar. Con un sistema feudal, las tierras eran cultivadas por siervos que dependían al completo de los señores, así como por los agricultores libres que tenían que pagar unos impuestos desproporcionados.
En el siglo XV se decreta la emancipación de los agricultores y a partir del s. XVI la masía adquiere un papel mucho más relevante, ya que por entonces desaparece la organización feudal. Los agricultores pobres supeditados a los ricos pueden independizarse, trabajar su tierra y construirse su propia vivienda. En este contexto, la masía se convirtió en una unidad de producción en donde se cultivaban productos de secano, había un huerto de regadío, se explotaba el bosque y se criaba el ganado. Explotaciones multifuncionales, en donde además se transformaban materias primas para elaborar otros productos como el vino, el aceite o incluso se desarrollaban pequeñas actividades artesanales como hilar y tejer lana.
En el siglo XIX aparece la figura del heredero. La masía siempre era heredada por el varón primogénito, con el objetivo de la indivisibilidad del patrimonio y la continuidad familiar.
En cualquier caso, tanto las masías más modestas como las más suntuosas y señoriales expresan y dicen muchas más cosas que van más allá de la simple edificación. Son una ventana a las formas de vida y trabajo de los antiguos pobladores de Catalunya y una permanente muestra del arte popular.
RECORRIDO
El Castell de Florejacs es un monumento histórico artístico privado, tratado como casa museo adosada a la muralla y en buen estado de conservación.
Su aspecto general es rústico, absolutamente integrado en el tranquilo pueblo histórico en medio de un paisaje rural poco alterado por el paso de los siglos.
La Segarra, Llèida, tierra de castillos, es una comarca de contrastes que esconde gran riqueza espiritual detrás de un paisaje sobrio de suaves y ondulados cerros y cielo azul.
Históricamente, el castillo de Florejacs, junto con el vecino castillo de Les Sitges, formó parte de la línea fronteriza entre el mundo árabe y el mundo cristiano en la época de la Reconquista y la repoblación de las tierras de la zona. Actualmente conforma la “Ruta de los Castillos del Sió de La Segarra”.
El conjunto medieval del “Castell de Mejanell” surgió en el siglo XI. La primera referencia documental que tenemos es del año 1098, cuando se menciona en un documento el Castillo de “Meià”. Más adelante se hará referencia al castillo en otros documentos como “Castell de Meianel”.
Hoy en día, se conserva la torre de vigilancia de planta circular, que tiene las mismas características que las torres de vigilancia (o torres manresanas) del siglo XI. Su altura es de 14 metros y conserva el acceso original. A ella se adosó la masía construida en el siglo XIV. Recientemente ha sido restaurada y se ha añadido una escalera de caracol para acceder a la terraza superior, desde donde se puede disfrutar de unas vistas magníficas de La Segarra.
La Segarra es una tierra de tradición agrícola y ganadera que conserva una gastronomía basada en recursos naturales como los cereales, almendras y aceite. También destacan los productos de la huerta, los corrales, los obradores de dulces y alcoholes de primera calidad que podemos descubrir en la “Ruta gastronómica de La Segarra”.
La finca “Oller del Mas” está situada a tan sólo tres kilómetros del centro de Manresa, en una superficie de 600 hectáreas que combina la explotación de diversos cultivos como la viña, los olivos, los nogales y el cereal. Todos los campos están rodeados de bosques, bajo la atenta mirada de la mítica montaña de Montserrat.
En referencia a las construcciones, tenemos que destacar en primer lugar el Mas Oller, que data del el siglo X. Tras diversas modificaciones sufridas a lo largo de la historia, debido a las diferentes necesidades agrícolas, enológicas y guerras, tenemos a día de hoy una masía castillo donde se relacionan los estilos románico y gótico.
Está formada por diversos cuerpos y cerrada por un muro de piedra, dando lugar al gran patio de armas o barrio, delante de la fachada de levante, donde se encuentra la entrada principal. En dicha fachada se ubica la torre, la cual daba protección y seguridad.
Dentro del castillo se encuentran diversas salas con gran valor arquitectónico, como la antigua bodega con bóveda de piedra vista, las tinas o "cups" de fermentación, la sala del "vi agre", el establo, la capilla, la cisterna, 18 habitaciones, salones, comedores, cocinas, el granero y otras dependencias.
Una construcción de alto interés arquitectónico y etnográfico es el pozo de hielo, donde antiguamente se producía hielo para su posterior venta. Otro elemento a destacar es el horno de las Ollas, muy poco común, donde los primeros antepasados de la familia actual producían ollas de barro para la cocción de alimentos, así como otros utensilios. Dicha actividad es la que da el nombre a la familia, los Oller.
El edificio original y bloque central del conjunto arquitectónico actual es un ejemplo notable de gótico rural catalán, estando declarado Bien Cultural de Interés Nacional.
La masía originaria puede situarse en el siglo XIII, siendo su primer documento del 1234. Se divide en dos épocas claras; la primera es anterior al terremoto llamado “de Olot” del 1427, que dejó L’Avenc en ruinas. El arco de la cocina mantiene todavía la reparación que hizo la familia medieval de entonces tras este terremoto para evitar que cayera.
La segunda época data del siglo XVI. Conforma el Casal Gótico-Renacentista construido, sin duda, con planos, maestro de obras, picapedreros y masones gascones de la ola de inmigración francesa que aportó artesanos y población a una Cataluña despoblada.
Es remarcable el fregadero y el lavaplatos en la cocina-comedor, que corresponde a la ampliación de principios del siglo XVI, con un mascarón de una cabeza de piedra del obispo Galzarà Sacosta, con un grifo en la boca. El obispo nació en l’Avenc sobre 1290 y fue conocido por su negativa a dar permiso para construir una acequia de 22 kilómetros en Manresa. Así, yace simbólicamente con la salida de agua de su boca.
Es una fortificación que data del siglo XIII y que ha sido restaurada hace pocos años, procurando conservar todo el carácter de lo que fue en su día. El conjunto arquitectónico se caracteriza por sus dos torres cuadradas en el lienzo oriental y un recinto de planta rectangular imperfecta, con patio en el centro.
Está situado en pleno macizo de Les Gavarres, en el Empordà (Girona) y es un claro ejemplo de masía catalana.
La casa y la finca existían ya como muy importantes en la comarca en el año 948. En este año, junto con 5 predios más, funda la Parroquia de Fitor según reza en el Acta de Consagración de la misma.
Su ubicación es contigua al camino Real de Girona al Puerto Real de Palamós. Se conservó como tal del siglo XII hasta mediados del XIX. Esta ubicación la obligó a fortificarse con todas las precauciones para preservar su seguridad y que todavía se conservan. Podía soportar asedios, pues teniendo recogidos el grano, la paja y la leña en su interior y poseyendo leche, carne y huevos de los animales que habitaban en ella, era inexpugnable.
Can Oller es una masía situada en el pueblo de Palafolls, provincia de Barcelona, en el vecindario de la Ciutadella y en la falda de la montaña del Castillo medieval de Palafolls. Como la mayoría de las que están situadas en este entorno, pertenece al estilo arquitectónico y proporciones típicas del siglo XVII, basado en un tejado a dos aguas en los cuatro cuerpos con lo que cuenta, aunque ya hay ejemplos en este sentido en el siglo XVI.
Está catalogada como Bien Cultural de Interés Local y se puede encontrar información sobre la misma en diferentes libros publicados sobre masías de Catalunya, entre ellos “Las masías del Maresme”, del arquitecto Lluis Bonet i Garí.
Se trata de una masía que data del siglo XVII, catalogada como monumento histórico-artístico por la Generalitat de Catalunya y por el Ayuntamiento de Cabrils. Es una de las pocas edificaciones de este tipo que perduran hoy en día en un núcleo urbano. Consta de dos cuerpos: en el principal se encuentra la vivienda y el lateral estaba destinado a caballerizas, granero y la bodega donde se pisaba la uva.
Se han realizado dos reformas importantes. La primera en 1870, cuando se amplió el edifico destinado a vivienda y se dio un aire más señorial a todo el conjunto. La siguiente reforma fue en el año 2006, reconvirtiendo todo el conjunto en hotel boutique, pero conservando todos los elementos y su esencia.
Sentromá es una casa señorial, de fachada neogótica con partes góticas y románicas, asentada sobre una villa romana, que se remonta al año 50 a.C. Dicha villa fue descubierta por su propietario, don Epifanio de Fortuny i Salazar, Barón de Esponellá, en el año 1934. Desde entonces y hasta su muerte, en el año 1989, realizó y financió de manera ininterrumpida las campañas de excavaciones del yacimiento. Gracias a los restos de cerámica hallados, se puede determinar sin ningún género de dudas que la casa ha sido habitada durante 2.000 años.
En el año 801, el hijo del emperador Carlomagno llega con un numeroso ejército a las cimas de Montgat y Tiana para conquistar Barcelona, en poder de los musulmanes. Dice la leyenda que en esta zona se libró una cruenta batalla, que dio la victoria a los ejércitos cristianos. Era costumbre entre las tropas francas levantar en los extremos del campo de batalla dos altares y posteriormente ermitas. Una la dedicaron a Sant Martí de Montgat y la otra a Sant Romá, en Tiana. Es probable que este sea el origen de dichas capillas. Alrededor de la capilla de Sant Romá se edifica una masía sobre las ruinas romanas y los propietarios de la casa adoptan su nombre.
El Castillo de Godmar es una masía fortificada, también conocida como Cal Comte, situada en el barrio de Pomar de Dalt en la localidad de Badalona. Está catalogado como Bien Cultural de Interés Nacional. Se trata de una propiedad con mucho peso histórico y un gran bagaje patrimonial, enriquecido a lo largo de los siglos.
El primer documento escrito que se ha encontrado se remonta a una compra de tierras en el 989 por parte del Obispo Godmaro de Girona. También hay ciertos indicios de que pueda estar edificado sobre los restos de una antigua casa romana, ya que se han encontrado restos tanto de esta civilización como otros de íberos. En este sentido, a pocos metros de la casa se encuentran el yacimiento del Turo D’en Boscá, uno de los principales de Catalunya.
Se encuentra en el extremo poniente del término municipal de Sant Pere de Ribes, tocando al límite del término de Vilanova y la Geltrú, en la provincia de Barcelona. Sus orígenes se remontan al siglo XV, cuando los frailes Jerónimos que en aquél momento vivían en la Torre del Veguer, comenzaron a cultivar la vid. El fundador del Monasterio fue el mercader barcelonés Bertran Nicolau, del que se sabe que fundó también en 1410 el Monasterio de Agustinos de Sant Pere de la Gornal.
Torre del Veguer se trata de un edificio aislado de estilo ecléctico, edificado en su mayor parte durante el siglo XIX sobre la base de la antigua “casa fuerte” medieval anterior al año 1359, de la cual se conservan algunos elementos. Asimismo, integrados en la actual primera planta, destacan los restos del claustro del siglo XV, con diferentes arcos de piedra con vueltas redondas, que certifican la época de dominio de los frailes Jerónimos en el siglo XV.
Cal Gener o “la Casa Gran de les Peces” es un claro ejemplo de masía de dos cuerpos edificada sobre restos medievales del siglo XIII-XIV. Es una casa de tres plantas cuyo acceso se realiza por un magnifico arco de piedra adosado al contrafuerte de la fachada.
En la planta baja, con una tipología arquitectónica tradicional y muy bien conservada, vivían los payeses que trabajaban la tierra.
La planta primera o planta noble, donde vivían habitualmente los propietarios, tiene cuatro dormitorios. Dos de ellos están adornados con arcos con molduras de yeso del siglo XVIII.
La segunda planta tiene una zona porticada, con pequeños arcos de medio punto, que se utilizaba como granero y en el que se conservan los pequeños silos de almacenamiento.
Pero si algo caracteriza a Cal Gener es el maravilloso esgrafiado de su fachada principal, con una iconografía detallada de la época con personajes y motivos geométricos de gran belleza.
Es un palacete ubicado en el Priorat de Banyeres, en pleno corazón del Penedés y rodeado de 25 hectáreas de viñedos.
La finca Heretat Sabartés se compone de diferentes espacios que destilan la elegancia y el romanticismo propios de la época. Destacan las casas de los masovers y los almacenes, así como el edificio principal rodeado por unos muros con torres cilíndricas, lo que denota su carácter defensivo.
Está formada por tres plantas. En la primera se puede encontrar la puerta de acceso, con un arco de medio punto y una serie de puertas balconeras que también las podremos encontrar en la segunda planta. En el desván, sin embargo, las ventanas son semicirculares. En el lado izquierdo sobresale una torre cuadrada con una cubierta a cuatro aguas y que se compone de dos plantas. La pequeña capilla se encuentra a modo de anexo al edificio principal.
Es un edificio señorial de arquitectura tradicional construido a principios del siglo XVIII (1733) y catalogado como Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) por la Generalitat de Cataluña.
A lo largo del muro perimetral que protege sus dos amplios patios (el antiguo Baluarte y el antiguo corral), habían diferentes construcciones para la cría y alojamiento de animales (caballerías, pocilgas, corrales...). También estaba la bodega exterior, que utilizaba el capataz de la finca para elaborar y guardar la parte de la producción que le correspondía por su trabajo. La bodega del propietario estaba en la parte norte de la planta baja.
Es el sucesor de la antigua fortificación medieval del mismo nombre que ya aparece mencionada en un documento de 1354. En esta fortificación vivía el señor de un amplío territorio de campos de cultivo y bosques que formaban la Baronía de Gimenelles i Torregassa. Esta demarcación territorial perduró hasta el siglo XIX, en que se transformó en municipio.
Es una de las casas señoriales más majestuosas por sus dimensiones y elegancia de Bràfim (Tarragona). Se trata de una casa de la familia Garriga, una de las más ricas y poderosas de la villa. Las herramientas del campo pintadas en la fachada aluden al origen de la riqueza de la familia, que llegó a contar con 27 jornaleros en sus extensas propiedades agrícolas. En este sentido, el número 15 de la misma calle, anexo al edificio, estaba dedicado a almacén.
Se pueden apreciar diferentes elementos que explican la intensa actividad que se llevaba a cabo en aquella época. Por ejemplo, el molino de aceite, que data de 1819. En su momento, había dos prensas de viga y libre. Aunque ya no se conserva, la viga de madera que atravesaba el molino de punta a punta era toda de una sola pieza, lo que la hacía única en toda la región.
No pertenece a un estilo arquitectónico en particular, aunque presenta elementos neoclásicos, sobre todo en la decoración pictórica y en las molduras arquitectónicas de la fachada.
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