El Cementerio de Polloe es una actuación bajo la reflexión sobre la higiene pública. Su proyecto se acoge bajo la corriente estilística de la época, hacia formulas neomedievalistas ya sea dentro del estilo gótico o el románico que junto con el estilo bizantino serán las propuestas artísticas sugeridas por el movimiento romántico.
En el periodo 1845-1850 se inicia la práctica de erigir mausoleos en los cementerios generalizándose su uso en 1862.
El recinto interior está perfectamente ordenado por calles y avenidas principales. Todos los monumentos están obligados a orientar su fachada principal a la calle que se les asigna. Esta distribución viene animada por una vegetación que se alza entre los monumentos.
Destacan también las importantes vidrieras con la firma de Rigall, Granell y Cía., de 1910 y el monumento que conmemora la reconstrucción de la ciudad tras el incendio de 1813.
Inaugurado en 1902. En la actualidad el cementerio se extiende a lo largo de más de 200.000 metros cuadrados y se calcula que han recibido sepultura en él unas 400.000 personas. Constituye la necrópolis más importante del País Vasco.
Desde un punto de vista escultórico y/o arquitectónico, tienen representación una gran variedad de estilos: Brutalismo geométrico, Clasicismo, Cubismo, Eclecticismo, Expresionismo, Historicismo, Modernismo, Naturalismo…
Tenemos visitas guiadas de audio gratuito.
Recientemente ha sido noticia por sumarse a la iniciativa de mostrar la historia de la ciudad a través de su cementerio y que ha tenido muy buena acogida. Combina el arte y la memoria, la historia y la anécdota. Un paseo por una ciudad en miniatura desde 1808 hasta la actualidad.
Con más de 200 años de historia es un espacio único y sumamente interesante para visitar. Se cree que surgió tras una gran batalla, donde los cuerpos de los caídos fueron agrupados en un terreno que luego dio lugar a este cementerio.
En su visita se pueden apreciar los panteones de las familias más acomodadas de Vitoria, algunos de ellos decorados con esfinges egipcias, otros con ángeles justicieros o querubines.
Reúne un notable conjunto de sepulcros de excepcional calidad, construidos entre 1880 y 1930. Sus estilos dominantes son el eclecticismo y el neomedievalismo. Fue Severino Achúcarro en 1877 con una planta rectangular, que ordenaba el espacio en manzanas, a modo de una ciudad en miniatura. Definió un eje monumental y representativo: una avenida principal flanqueada en un extremo por la portada y en el otro por la capilla.
Destacan algunas de las capillas y panteones escultóricos entre los que se encuentran algunos de los ejemplos más sobresalientes de la escultura funeraria vizcaína.
El Cementerio Británico de Bilbao, en su origen ubicado en el centro de la villa, a orillas del Río Nervión, fue utilizado en principio como cementerio para súbditos británicos durante la segunda mitad del siglo XVIII. El por entonces Cónsul Británico llegado a Bilbao en 1859 halló el Cementerio Británico (también conocido como “Los Siete Árboles”) en un estado de abandono como consecuencia de que al entonces escaso número de residentes británicos no le fuese posible sufragar su sostenimiento. Se hallaba expuesto a inundaciones y parece ser que muchas tumbas y lápidas mortuorias se perdieron.
La llegada del coincidió con un incremento de la comunidad británica, en parte formada por trabajadores empleados en la construcción del ferrocarril Bilbao-Tudela. Se recaudó el dinero suficiente de particulares como para que el Cementerio fuera restaurado.
Al comienzo del siglo XX la existencia del cementerio en el centro de Bilbao fue cuestionada en razón de higiene pública y también porque la autoridad portuaria deseaba adquirirlo para su uso. Después de muchas vicisitudes e intentos fallidos se alcanzó un acuerdo en 1926 por el cual se adquirió un solar en Sondika. Se construyó el Cementerio con una Capilla Protestante y otra Católico-romana, así como una casa para el guarda.
Aparte de británicos hay muchos de otras nacionalidades enterrados en el Cementerio, incluyendo alemanes, americanos, españoles, franceses, griegos, irlandeses, noruegos, suecos y suizos entre otros.
56 caídos de la Commonwealth y los aliados durante la Segunda Guerra Mundial se hallan aquí enterrados. La mayoría estuvieron originariamente enterrados en otros cementerios de las costas del Norte y Noroeste de España, donde la gestión de mantenimiento permanente no resultaba fácil.
En el día de Todos los Santos de 1811, se hizo obligatorio sepultar los cadáveres extra-eclesiam. A pesar de ello, la ley tardó en cumplirse, siendo vanos durante muchos años los razonamientos que evocaban la modernidad y la higiene. Finalmente se impuso una norma a la que debemos la bella fórmula de los cementerios porticados vizcaínos, así bautizados porque su estructura es casi propia de la región. Muy bella y funcional, consiste en plantear espacios ajardinados rodeados de pórticos donde se alojan las sepulturas cubiertas por una sencilla tejavana.
El cementerio de Abadiño, asociado a la iglesia de San Trokaz, es un recinto noble que supone una interesante aportación al patrimonio regional.
En muro exterior y en los entablamentos del pórtico hay grabadas inscripciones funerarias, mensajes de los muertos para que los vivos reflexionen sobre esta vida y la que les espera después.
Es uno de los monumentos funerarios más importantes de Euskadi tanto por el número y calidad de sus elementos como por la antigüedad de alguno de ellos (siglos VII-IX).
Está compuesta por una veintena de sepulcros y cinco estelas. Los monumentos fueron construidos en la Alta Edad Media para ser utilizados en las necrópolis de los distintos barrios del entorno, pero fueron reagrupados en la ubicación actual en el siglo XIX. Tanto los sepulcros como las estelas funerarias fueron erigidos con piedra arenisca procedente de las canteras del monte Oiz.
Los sepulcros tienen dos partes: la caja, de una sola pieza, con forma antropomorfa, y la cubierta, de sección triangular a modo de tejadillo. Las piezas son de tamaños diferentes y, en algunos casos, no se corresponden los dos elementos. En dos de ellas, se pueden leer inscripciones que constituyen los testimonios escritos más antiguos de la presencia de núcleos cristianos en Bizkaia.
En cuanto a las estelas funerarias, cuatro tienen forma circular y una triangular. La iconografía representada es de carácter astral.
Es visitable a cualquier hora del día. Posee paneles explicativos.
Durante muchos siglos fue costumbre cristiana sepultar a los difuntos en el interior de las iglesias, en fosas privativas que se adquirían, cuando se hacía nueva la iglesia, mediante subasta y se trasmitían, en el caso vasco, como bien patrimonial indisoluble de la casa.
El cementerio de Markina-Xemein está adosado al norte a la Iglesia de Santa María y corresponde a una de las más bellas fórmulas resultantes de cementerio. Se trata de una necrópolis porticada, es decir, de un recinto cerrado por tapias con cuatro crujías ordenadas en torno a un jardín. En este caso, los pórticos son de tejavana apoyada en los muros y en las columnas de piedra caliza. El conjunto atrae rápidamente la mirada.
Se trata del conjunto funerario medieval Aostarri, ubicado alrededor de la ermita de San Juan Bautista de Momoitio y recientemente recuperado.
Este trabajo ha permitido devolver a su lugar de origen cinco lápidas con dibujos y una lisa que se estiman de los siglos IX y X. En este caso no son sarcófagos como los de Argiñeta".
Estas estelas fueron un hallazgo descubierto en unas excavaciones que se desarrollaron en la zona entre 1982 y 1985. También se encontraron alguna en 1981 con motivo de la rehabilitación de la ermita, zona muy visitada en la actualidad por ser también zona de merendero y magnífico mirador natural del cresterio que va desde la sierra de Aramotz hasta el monte Udalaitz.
Además de las 5 estelas discoidales precristianas, destacan 23 tumbas, una de ellas doble. Algunas de estas tumbas conservan en su tapa inscripciones latinas que se remontan al siglo IX de nuestra era. Al parecer, se trata de las tumbas de unos nobles visigodos que llegaron heridos tras el combate huyendo de los árabes.
El cementerio de Mundaka está situado en un espacio privilegiado desde el que se percibe la ría de Gernika.
Destacan el panteón de la familia de Bernardina Urrutia con una escenografía contundente, el de la familia de León Basterretxea con letreros metálicos con distintos mensajes piadosos. Tiene cierta sensiblería y excesivo anecdotismo en ocasiones, cuyo carácter romántico y pintoresquista no impide que consiga un notable impacto.
Por ejemplo el cementerio de Comillas y el de Ciriego en Santander. Este último alberga un extenso catálogo de arquitectura funeraria desarrollada durante la primera mitad del siglo XX.
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