La peregrinación a Santiago se transformó desde muy temprano en el acontecer religioso y cultural más destacable y más profundamente vivido de la Edad Media, hecho reconocido recientemente por el Parlamento Europeo, que designó al Camino Primer Itinerario Cultural europeo, y por la UNESCO, que lo declaró Patrimonio de la Humanidad.
El descubrimiento del sepulcro del Apóstol Santiago, hijo de Zebedeo y hermano de Juan Evangelista, cambió la faz de un pequeño asentamiento de origen romano del noroeste ibérico que, en el olvido de los siglos, se había transformado en necrópolis; y significó además un vuelco en la historia espiritual de un continente que pronto se lanzó a labrar un camino para llegar hasta la preciada reliquia.
El hallazgo, ocurrido hacia la segunda o tercera década del siglo IX, constituía el final lógico de una tradición oral y escrita que, tras la muerte de Jesucristo, ubicaba a Santiago el Mayor como evangelizador en tierras de la antigua Hispania, según sugerían el Breviarum Apostolorum en el siglo VI-VII y los textos firmados por el anglosajón Beda Venerabilis y el asturiano Beato de Liébana en el siglo octavo. Al hecho histórico de la decapitación del Apóstol por Herodes Agrippa en el año 44, siguen las explicaciones proporcionadas por el Códice Calixtino o la Legenda Aurea para dar fe de su traslado a tierras del confín continental, aquellas en las que había transmitido las enseñanzas de Cristo. El cuerpo sin vida de Santiago habría sido conducido por dos jóvenes discípulos en barco tripulado por ángeles, que cruzó el Mediterráneo y subió por la costa portuguesa hasta el puerto romano de Iria en la provincia de Gallaecia. Allí, tras una serie de hechos milagrosos, Santiago habría sido finalmente sepultado en el monte Liberum Donum, en un lugar vagamente designado como Arcis Marmoricis.
Casi ochocientos años más tarde –continúa la tradición – un ermitaño habría avistado luces celestiales que lo condujeron hacia el lugar sagrado, cuya historia permanece en el misterio durante los años de la desintegración del Imperio Romano, la constitución de un reino suevo y la dominación visigótica. El eremita habría avisado a Teodomiro, obispo de Iria, sobre el descubrimiento, y el Rey Alfonso II hizo construir ya entonces una pequeña iglesia, que dejó bajo la custodia de monjes benedictinos. Antes de terminar el siglo IX, Alfonso III encargaba la construcción de una basílica mayor, digna del acontecimiento que comenzaba a mover a los fieles de Europa.
La noticia coincidía con un importante momento político para la consolidación del reino astur-galaico, en cuyo territorio ocurría el hallazgo. Expulsadas las tropas musulmanas del norte de España, era menester repoblar el territorio y en la titánica tarea sería decisivo el hecho de contar con un centro religioso de la talla de Roma o Jerusalén, que de alguna manera “independizaba” espiritualmente al reino naciente del extendido imperio de Carlomagno.
RECORRIDO
Camino Francés: Llegados a Saint Jean Pied de Port (Francia), los peregrinos recorren en España 774 kilómetros atravesando las provincias de Navarra, La Rioja, Burgos, Palencia, León, Lugo y A Coruña. Para una media de 20-25 kilómetros diarios, suelen emplearse unos 30 días en llegar a destino.
El recorrido pasa por las siguientes localidades: Roncesvalles - Pamplona - Puente La Reina - Estella - Logroño - Nájera - Santo Domingo de la Calzada - Burgos - Castrogeriz - Carrión de los Condes - Frómista - Sahagún - León - Astorga - Ponferrada y entran a territorio gallego por O Cebreiro - Samos - Sarria - Portomarín - Palas de Reis - Melide - Arzúa - Santiago de Compostela.
El camino Aragonés: Entra desde Francia por Somport, territorio aragonés, y continúa por las provincias de Huesca, Zaragoza y Navarra hasta arribar – tras 6 días y 167 kilómetros - a Puente La Reina, donde se une al Camino Francés. Las localidades que atraviesa son Somport, Canfranc, Jaca, Sangüesa, Lumbier, Puente La Reina.
El Camino Primitivo: Los primeros devotos procedentes de Oviedo, la capital del reino astur, siguieron para su desplazamiento la antigua ruta que, según la tradición, condujo al rey Alfonso II el Casto hasta la tumba del Apóstol, en el primer tercio del siglo IX.
Esta ruta de Oviedo a Santiago fue itinerario seguro y frecuentado hasta bien entrado el siglo X, cuando se consolida el actual Camino Francés desde León, la nueva capital del Reino. Pero, aún después, siguió siendo una importante alternativa, especialmente por el valor espiritual que se otorgaba a la visita de la Cámara Santa de San Salvador de Oviedo, así como a la catedral de Lugo, con su exposición permanente del Santísimo.
Este camino atraviesa Oviedo - Tineo - Grandas - A Fonsagrada - Lugo - Melide, enlace con el actual Camino Francés.
Camino del Norte: Casi inmediatamente después del descubrimiento de la tumba del Apóstol Santiago en el siglo IX, los peregrinos comenzaron a seguir los caminos astur-galaicos para llegar a Santiago, habida cuenta de que la meseta –por la que posteriormente sería trazado el Camino Francés– estaba aún ocupada por la invasión musulmana. La ruta permitía a los peregrinos, llegados por tierra desde Francia o desembarcados en los puertos vascos, cántabros y gallegos, enlazar la tradicional visita al Salvador en la Catedral de Oviedo o continuar por la costa asturiana hasta la ría del Eo.
El itinerario transcurre por: Hendaya - Donosti/San Sebastián - Zarautz - Gernika - Bilbao - Laredo - Santander - Santillana del Mar - Comillas - Llanes - Ribadesella; a partir de aquí, dos variantes: interna, por Oviedo (donde enlaza con el Camino Primitivo) o costera, por Avilés y Luarca, hasta entrar a Galicia por Ribadeo - Mondoñedo - Vilalba - Lugo - Sobrado - Santiago.
Camino Portugués: Presenta diversidad de rutas, dependiendo del punto de origen del peregrino en Portugal, pero el itinerario más conocido parte de Oporto y entran a España por Tui. El puente internacional Valença do Miño-Tui ha facilitado el paso sobre el río Miño, que en algunas variantes aún se sigue haciendo en barca. Otras rutas portuguesas llegan a la frontera española por Chaves, Bragança y, ya en Galicia se unen a la Vía de la Plata.
El itinerario de 116 kilómetros recorre en Galicia: Tui - Porriño - Redondela (donde confluyen las otras rutas) - Caldas de Reis - Padrón - Santiago.
Camino Inglés: Los peregrinos europeos que viajaban en barco hasta las costas del norte peninsular, especialmente los británicos, desembarcaban en A Coruña o Ferrol para dirigirse a Compostela. Las rutas son:
Ferrol - Pontedeume - Miño - Betanzos - Abegondo - Ordes - Santiago.
A Coruña - Culleredo - Cambre - Carral - Ordes - Santiago.
Vía de la plata: es la ruta jacobea de mayor recorrido, como prolongación de la calzada romana que cruzaba de sur a norte el oeste peninsular para comunicar las ciudades de Emerita Augusta (Mérida) con Asturica Augusta (Astorga). Tras la conquista de Sevilla y Córdoba en el siglo XIII, esta vía sur-norte fue reutilizada espontáneamente por los peregrinos jacobeos procedentes de Andalucía y Extremadura. Unos continuaban hasta Astorga, enlazando con el Camino Francés. Otros tomaban el camino a Compostela por la desviación de Puebla de Sanabria a Ourense, que hacía el trayecto más corto y rectilíneo, mientras que algunos atravesaban el noreste de Portugal y entraban por el sur de la provincia ourensana hacia Verín.
Itinerario Jacobeo del Mar de Arousa y Río Ulla: Esta ruta marítimo-fluvial por la Ría de Arousa y el río Ulla conmemora la llegada a Galicia, por mar, del cuerpo del Apóstol Santiago a la tierra de su propia peregrinación evangélica. Según la tradición, la barca entraría por la ría y remontó el río Ulla, arribando a la ciudad romana de Iria Flavia (Padrón), como recuerda hoy una procesión marítimo-fluvial que arriba a Pontecesures y Padrón.
Sanxenxo - O Grove - Cambados - Vilanova y Vilagarcía de Arousa - Catoira - Pontecesures - Padrón - Santiago; o entrando por Ribeira - A Pobra - Boiro - Rianxo - Pontecesures.
Camino Finisterre: Si todos los caminos tienen su meta en Santiago, el Camino al Finisterre (el antiguo fin del mundo’) es el único que toma a la ciudad santa como origen. La visita del Santo Cristo de Fisterra y el Santuario de A Barca, en Muxía, en medio del impresionante paisaje de los antiguos confines terráqueos –finis terrae- es un ritual que siguen muchos peregrinos como remate de la peregrinación jacobea.
Santiago - Negreira - Mazaricos - Vimianzos - Dumbría - Cee - Corcubión - Fisterra - Muxía.
SE RECOMIENDA
Emprender el camino Primavera y otoño para evitar los rigores climáticos del verano e invierno y, sobre todo, la masificación que suponen los meses estivales en los albergues. La elección de la mochila es uno de los puntos clave: debe ser del tipo anatómico, con sujeción a las caderas, de unos 40 litros de capacidad. Además el calzado en primavera y verano puede caminarse con zapatillas de deporte de suela gruesa, medio número más grandes de lo necesario (para prever hinchazones), en otoño e invierno es imprescindible llevar botas de trekking, de caña media, que sujeten el tobillo.
Latitud: 42.804959 | Longitud: -1.657611
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