Galapagar
La presencia del Imperio Romano en el municipio queda plasmada en una calzada del siglo III a.c. y en el puente de Alcanzorla. Ya en el siglo XI aparece Galapagar como un núcleo de población administrado por el Concejo Segoviano. Más tarde se describe la dehesa de Galapagar, según el Libro de la Montería de Alfonso XI (siglo XIV), como un buen monte de invierno perteneciente al Real de Manzanares, frecuentado en las cacerías reales.
En el siglo XVI, Galapagar pierde su condición de anejo a la villa de Manzanares al conseguir su propio villazgo, por concesión de 24 de diciembre de 1523 de Doña Juana de Castilla y del rey Carlos I. Desde entonces cobra nueva importancia al constituirse en parada casi obligatoria de la Corte. De hecho el rey Felipe II hizo construir una casa de descanso, llamada “La Casa Veleta”, mientras se edificaba el Monasterio del Escorial, para pernoctar cuando se dirigía hacia allí. Fue levantada en un lugar conocido como Herrén del Cura, y en una de las estancias de la casa nació su hijo el infante don Carlos Lorenzo, que moriría ese mismo año. Durante la época de la guerra civil también se utilizó como refugio antiaéreo y hoy, en su lugar, encontramos un bar llamado “La Bodeguilla”.
Esta zona, fundamentalmente agraria y de servicios, sufre a partir de mediados del siglo XX una masiva emigración del campo a las ciudades, aunque la ganadería permite la conservación de uno de los paisajes más característicos del municipio, sus dehesas. La aparición de urbanizaciones de segunda residencia y actualmente la demanda existente de primera vivienda, ha contribuido al crecimiento de la población residente en el municipio desde los 5.000 habitantes del año 1975 a más de 30.000.
En Galapagar han residido y residen grandes personalidades del mundo de las Artes, las Ciencias y las Letras como el dramaturgo madrileño Jacinto Benavente, el pintor Pablo Palazuelo, el periodista y escritor Arturo Pérez-Reverte, Tasio Greciano, primer ciclista profesional ahora ya retirado, entre los más revelantes.
Pueblo de gran tradición taurina que cuenta con numerosas figuras ilustres como el maestro José Tomás, hijo predilecto del municipio, reconocido mundialmente por su valentía y su coraje en los ruedos; el ilustre ganadero Victorino Martín, también hijo predilecto de Galapagar y que desde el pasado año 2010 cuenta con una céntrica Plaza bautizada con su nombre; o con uno de los mejores y más reconocidos taxidermistas de España como es Justo Martín Ayuso. Además, Galapagar cuenta con varias peñas y asociaciones taurinas haciendo patente su amor por este tradicional arte.
Destaca:
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