Plaza Mayor de Ourense
El primer asentamiento permanente en lo que conocemos como ciudad de Ourense data de la época romana. Atraídos por las Burgas o las aguas termales, el hecho de que fuese paso natural de vías de comunicación que enlazaba Braga con Astorga y las condiciones naturales para la construcción de un puente, junto a la necesidad de defenderlo con una guardia (Vexillum) y un campamento o "Praesidium" en la acrópolis de la ciudad, propiciaron la ocupación.
Era un poblado de agricultores rodeado de pequeñas villas agrícolas, atravesada por una vía principal (actual Rúa do Vilar). De las que quedan restos de una cloaca (Rúa da Fontaiña), la cimentación de un edificio (en la plaza de la Trinidad, en la Magdalena), junto con diferentes aras (la de Calpurnia Abana, a los dioses Manes, al dios Telluro). Otros focos romanos del entorno estarían en Oira, Reza, en las Caldas, y en Santomé.
Después del esplendor romano, la urbe era una zona poblada de Gallaecia y antiguo convento bracarense, donde se asentaron los suevos, fue cabeza de diócesis, capital del reino suevo al menos con el rey Mirón. De hecho reinando Carriarico (en el 550 d.C.) se produce la leyenda de San Martín de Tours, que originó la segunda y definitiva conversión de los suevos al catolicismo. En el 585 d.C. el rey visigodo anexiona el reino suevo. La presencia musulmana fue esporádica, e incluso parece que pudo afectarle más la invasión normanda (1008-1015).
En plena edad media se producen acontecimientos fundamentales para la ciudad. En el 1122, doña Teresa de Portugal, mediante privilegio, concede al obispo Diego III y sucesores la jurisdicción sobre Ourense; simultáneamente el obispo otorga la "Carta Puebla" de Ourense por la que se daban facilidades a la gente para instalarse. Los reyes del período gallego de la reconquista, con foco en el castillo de Allariz, favorecen constantemente la sede episcopal, exceptuando el período de Alfonso X que les quitó el poder temporal en 1256. Poco duró esta situación pues a finales de ese siglo Sancho IV les devolvió la jurisdicción de la ciudad al obispo.
En 1188 se da la aparición de una doble soberanía: Obispo-Ayuntamiento, que chocarían en más de una ocasión. En 1238 se asientan los franciscanos, que serían los protagonistas de un conflicto ayuntamiento-obispado, en el que muere un sobrino del obispo, refugiándose la gente en su convento y los sicarios del obispo, ante la negativa de entregarse, quemaron el monasterio.
Con Pedro I, alentado por el obispo don Alfonso, la ciudad se vuelve escenario de sus luchas con el futuro Enrique II por la corona. Castelo Ramiro, del obispo, es tomado por los hombres del concejo y del Adelantado de Galicia. Sólo en 1382, Juan I le devuelve el castillo al obispo don Pascual García y le autoriza a reedificarlo.
En el 1386 llegó el Duque de Lancaster, y en sus ansias reales al trono se hizo proclamar en Ourense rey de Castilla. Más tarde la peste en su ejército le obligó a Juan I no pasar de León. Entre 1400 y 1429 el duque de Arjona, don Fadrique Enríquez se proclama protector de Ourense. Se sumaba al poder episcopal y popular, el señorial.
Durante el papado, en el cisma de Avignón, del español Luna se produce el asesinato del obispo Francisco Alfonso, en la poza Maimón del río Miño, por un conflicto de pretensiones nobiliares. En 1467 la revuelta Irmandiña afecta a la ciudad al ser destruido el Castelo Ramiro así como algunas torres del Palacio Episcopal. Y el conde de Benavente, don Rodrigo Alonso Pimentel, lanza un ataque contra Ourense en el que se enfrenta al cabildo y al conde de Lemos, de aquellas protector de la ciudad, en 1471, y que terminó con la destrucción de la capilla de San Juan y la portada Norte de la catedral.
Durante el reinado de los reyes católicos se aprueban las disposiciones contra los judíos (1487) que terminarían con su expulsión. En 1506 llegan a Ourense Felipe "El Hermoso" y Juana la "Loca" en su camino cara a Villafáfila (cerca de puebla de Sanabria) donde se entrevistarían con el rey Fernando por la pretensión de Felipe al trono de Castilla. Para preparar el encuentro se reúnen con el Cardenal Cisneros que llegará a la ciudad por otro camino.
Poco a poco los obispos pierden su poder sobre la ciudad. Un pleito con el ayuntamiento por el "Curral" del palacio obispal se termina tras un largo juicio en el 1600 sentenciado a favor de la ciudad de Ourense. Felipe II ya le retirara el dominio temporal en el 1586, creando un nuevo poder: los corregidores. Sin embargo hasta 1628 no renunciarían voluntariamente a esa jurisdicción.
Ourense crecía hacia el Miño sobre todo por el asentamiento de dos nuevas órdenes religiosas que rompían el monopolio de los franciscanos: los dominicos y los jesuitas (en el siglo XVII). Así en el siglo XVIII vivían en la ciudad algo más de 3000 personas.
A partir de la mitad del siglo XIX cuando se produzca una transformación profunda. La apertura de la carretera Villacastín a Vigo (hoy calle Progreso) en 1860-63 abrió la ciudad. Allí fueron instalándose pensiones, hoteles, fábricas, ferreterías, comerciantes, almacenistas, etc. Durante la Restauración se concentraron en ella los principales edificios: Palacio Provincial, Seminario Conciliar, Cárcel, Hotel Roma, Casa del Pueblo. Junto con esta carretera, la calle Paz Novoa (hoy Paseo). Las comunicaciones se completan con la inauguración del ferrocarril Ourense-Vigo en 1881. Cerca de la estación) surgieron hoteles y almacenes. Llego el alumbrado eléctrico (1895) y se construye el Puente de Hierro en 1919 que introduciría a Ourense en el siglo XX.
En las décadas de los 60 y 70 se inicia un boom constructivo que coincide con la línea de ferrocarril Zamora-Ourense. Surgen nuevos barrios, como el de las Lagoas, Couto, San Francisco. Estos hechos influyeron en el crecimiento industrial (nuevo polígono de San Cibrao) desarrollando un importante sector comercio y servicios.
Actualmente, se le está dando un impulso al turismo de la ciudad, haciendo especial hincapié en el aspecto termal.
(Fuente: Ayuntamiento de Ourense)
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