Orduña
La historia de Orduña se ha escrito con dos fenómenos, por un lado la gran barrera orográfica que la ha defendido a lo largo de su existencia y ha hecho de Orduña un punto clave para la defensa del Señorío de Vizcaya, y su situación geográfica: una isla vizcaína en medio de Álava y en el camino de Castilla hacia el mar.
La primera referencia escrita, que encontramos en las crónicas de Alfonso III, se remonta al siglo VIII, en el reinado de Alfonso I el Católico. Anteriores a las referencias escritas son los restos prehistóricos descubiertos en la zona y que datan de la época Neolítico- Bronce (2000- 400 a. C.). Dichos restos son conocidos hoy día como Dolmen de las Campas de la Choza.
Orduña no fue fundada como villa hasta 1229, cuando don Lope Díaz de Haro, sexto Señor de Vizcaya. le otorgó carta puebla. Desde su fundación queda en evidencia su importancia como enclave estratégico comercial, sobre todo como paso obligado en las transacciones castellanas con el norte de Europa que tenían como objeto la lana de Castilla. Este hecho hace que en 1467 sea reconocida con el título de ciudad del Señorío de Vizcaya, como consta en cédula real de Enrique IV.
Los siglos XVI y XVII, a pesar de que en 1535 un gran incendio destruyó prácticamente la ciudad, fueron especialmente importantes en el desarrollo económico de Orduña que, consolidada como gran plaza comercial, alcanza proyección regional e internacional.
Así, durante todo el siglo XVIII se busca la mejora del antiguo camino carretil que unía Orduña con Castilla y, finalmente, en 1774 se inaugura la nueva vía de comunicación. Ésta se vió culminada con la posterior construcción del edificio de la Aduana, obra realizada entre los reinados de Carlos III y Carlos IV, y que comenzó a funcionar como tal en el año 1792, siendo el centro de las transacciones comerciales que tenían lugar en la ciudad.
El siglo XIX significó el declive para Orduña por las sucesivas guerras que éste acarreó y por el traslado de las aduanas a la costa en 1841, lo cual hizo que perdiera su situación de privilegio con la que hasta aquel entonces había contado la ciudad y que culminó con la abolición de los fueros tras la primera derrota carlista.
El desarrollo industrial fue muy escaso en la ciudad, lo que, en parte, ha permitido mantener intactos sus excelentes recursos histórico- patrimoniales y medioambientales.
Casco histórico de Orduña: conjunto histórico-monumental
Aparece en el centro del casco histórico la plaza, elemento singular, sorprendente desde su misma dimensión, inhabitual en las villas medievales vascas, potente visualmente, con arcadas que la recorren en su integridad. El papel de Orduña, fue fundamental para asegurar los caminos desde Vitoria o Miranda de Ebro hacia Encartaciones, Castro Urdiales, Bermeo y Bilbao.
En la plaza destacan edificios como el Palacio de Mimenza (1555), referencia renacentista de la Orduña de la época. Una construcción de ladrillo y balcones de herrería, ejemplo arquitectónico y urbanístico de las relaciones castellanas de la villa con la corte de los Austria.
Del periodo barroco es el Palacio Díaz-Pimienta. Se trata de un edificio de grandes dimensiones. Gran ejemplo del barroquismo elemental, está diseñado con planta baja abierta en arquería y dos alturas más en origen flanqueadas por dos torres.
El Ayuntamiento es un edificio construido en 1600, y que fue reformado hacia 1770 apoyándose en la muralla y torreón que formaron parte también de la Casa Consistorial anterior. Está realizada en sillería en planta baja, primera y segunda y con utilización de ladrillo rojizo macizo en la última planta, donde destaca un enorme escudo central de piedra y estilo barroco.
Pero sin duda el edificio que más impresiona al visitante es el edificio de la Aduana, que ocupa todo un frente de la plaza. Prototipo del neoclasicismo francés más radical, comenzó a edificarse en 1787, no terminándose hasta el 1792. Es de planta rectangular con patio interior y circulaciones cruzadas. El escudo real que aparece en el frontón del edificio se debe a que este fue sufragado por la Corona en época de Carlos III Y Carlos IV.
A pesar de ser concebida con la función fiscal de control y registro de géneros y mercancías, no desempeñó este cometido mucho tiempo, ya que en 1841 se trasladaron las aduanas a las costas. Hoy en día luce en la plaza reconvertido en hotel-balneario.
El conjunto de la plaza se completa con un hermoso edificio religioso: la Iglesia de la Sagrada Familia. De estilo barroco de finales del s. XVII, su construcción fue financiada por el militar orduñés Don Juan de Urdanegui, afincado en Lima. Constituye el primer exponente del barroco en Bizkaia. Su fachada se divide en tres calles verticales con anagramas jesuíticos y marianos.
Planta de cruz latina con bóvedas de cañón en la nave principal y en el crucero. El presbiterio se cubre en bóveda de lunetos, al igual que las naves laterales. Todos los retablos de la iglesia son igualmente barrocos.
Otros lugares de interés:
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