Castillo de Mula
No faltan tampoco ejemplos de yacimientos de la cultura Argárica, que se extiende hasta el 1100 a.C. Estos poblados suelen encontrarse en las proximidades de un curso de agua o aprovechando cerros o muelas. Así en Mula encontramos ejemplos como el Cerro de la Plata o los restos encontrados en el monte donde se asienta el Castillo de la Puebla, ambos junto al cauce del Mula.
Pero si alguna cultura de la época antigua tiene especial relevancia en Mula, tanto por la calidad como por la cantidad de información que han aportado los materiales hallados, es la Ibérica. Debemos a don Emeterio Cuadrado Díaz el descubrimiento y las excavaciones del yacimiento de “El Cigarralejo”. Sus restos tienen una cronología que va desde el siglo IV al II a.C y proceden fundamentalmente de la Necrópolis y del Santuario, ya que el poblado se encuentra aún sin excavar. La Colección puede visitarse en el Museo de “El Cigarralejo”.
La civilización romana goteó de núcleos de población el término de Mula. Diseminadas y rodeadas de espacios cultivables, varias villae, importantes explotaciones agropecuarias, salpicaban esta geografía. El Yacimiento de “Los Villaricos” (del siglo I al siglo V d.C), en la carretera del pantano de la Cierva, es el más importante ejemplo de estas villas.
Existió un núcleo urbano protagonista, aglutinador de la época tardorromana en la zona, que parece ser el lugar donde se situaría la antigua ciudad de Mula que se cita en el Tratado de Teodomiro en el 713 d.C. Éste es un tratado de paz mediante el cual siete ciudades, incluida Mula, se entregan a los invasores musulmanes a cambio de mantener sus bienes, costumbres y religión. El emplazamiento de este asentamiento tardorromano no es otro que el “Cerro de la Almagra”, junto a Los Baños de Mula, que cercado por una gran muralla y con varias necrópolis localizadas en las inmediaciones, espera a que la arqueología pueda descifrarnos la realidad de su historia.
Vigilando el poblado de la Almagra, muy cercano a él, se alza el Castillo de la Puebla de Mula o de Alcalá. Se trata de un fuerte musulmán del que se conserva un lienzo de muralla y restos de una torre bajo la cual una puerta en recodo, propia de este tipo de construcciones árabes, daba acceso al recinto. Dentro hay doce grandes aljibes que estuvieron cubiertos con bóvedas de ladrillo y que abastecerían de agua en caso de largos asedios.
Urbanísticamente, la invasión musulmana supuso el cambio más drástico para la historia de Mula, pues después de este hecho cambiará su ubicación buscando un nuevo emplazamiento en el que la defensa del asentamiento resultase más fácil. El traslado al sitio en el que actualmente la conocemos debe tener lugar entre los siglos IX y X. Será aquí donde en 1244 el Infante Alfonso, futuro Alfonso X, la encontrará y reconquistará para los cristianos, concediéndosele el Fuero de Córdoba por el rey Fernando III. Mediante este privilegio Mula adquiere más autonomía y se irá forjando como una villa de realengo castellano.
En 1430 el Rey Juan II otorga a Alonso Yáñez Fajardo el Señorío de Mula. Este hecho marcará la vida política de la villa durante la Edad Moderna, ya que la nobleza rural que había dominado el concejo hasta ese momento se muestra reticente a someterse al control de los Fajardo.
Será la conquista del Reino de Granada la que libere a Mula de sus murallas y le dé la libertad de ocupar todo el valle del río por la desaparición del peligro fronterizo de estos territorios. Estos hechos otorgan a esta parte del reino todo un siglo, el XVI, de crecimiento y florecimiento en todos los aspectos. Se roturarán nuevas tierras donde se planta la trilogía mediterránea, se multiplicará la población, la ciudad crecerá y se extenderá ladera abajo llegando a configurarse la Plaza del Ayuntamiento.
En contraste con el anterior, el XVII será un siglo económicamente catastrófico y la demografía frenará su crecimiento e incluso la epidemia de peste de 1648 acabará con más de la mitad de la población. Es en este momento de pesimismo, de infortunio y desesperación cuando el cristiano aprecia el consuelo y la esperanza que le otorgan los milagros. Este mismo año tiene lugar la aparición del Niño de Mula al pastor Pedro Botía, hecho que de alguna manera marcará la vida religiosa del municipio.
El siglo siguiente trae una nueva etapa de florecimiento que se traduce en el trazado urbano con un sinfín de nuevas construcciones y calles. El pueblo crece hasta alcanzar el Convento de los Franciscanos y el nuevo camino que conduce de Murcia a Caravaca. Se concluyen iglesias y obras públicas inacabadas, se remodelan otras y se construyen nuevas.
En el XIX continuarán los cambios y mejoras, especialmente en las comunicaciones con la construcción de la carretera de Murcia a Caravaca y en la agricultura con la introducción del cultivo de los cítricos en detrimento del olivo, la vid y la morera. También se crea la primera estación telegráfica en 1888 después de que en 1860 quedara inaugurado el alumbrado de petróleo, para dar paso después, a finales de siglo, al alumbrado eléctrico. A pesar de estos avances la invasión francesa, a principios de la centuria, las constantes epidemias por la falta de higiene y el eco de los vaivenes políticos que sufría el país, desprendían un olor a crisis, que si bien no acababa de producirse si que estuvo anunciándose durante gran parte del siglo.
El comienzo del siglo XX se caracteriza por haber dado a Mula toda una serie de mejoras a pesar de los continuos cambios en la política española, de la guerra y de los momentos de recesión económica. En este siglo tiene lugar una oleada industrializadora en la zona, especialmente en el sector conservero pues, como ya comentamos, la materia prima es abundante. También existió una fábrica del sector textil ya desaparecida. Se inaugura el ferrocarril en 1933 que estará funcionando hasta principios de 1971.
La gestión del agua también se abordó durante esta centuria: la construcción del embalse de la Cierva, la canalización del agua del Taibilla y la modernización de los regadíos, que desembocó en un pionero y sofisticado sistema informático que, además de permitir un riego por goteo automatizado, aprovecha al máximo el rendimiento del agua. Por otro lado, la fisonomía urbana permanecerá estable hasta los años del desarrollismo, momento en que el trazado de calles y edificios comenzará una carrera hasta la huerta que, después de más de cuatro décadas, aún continúa.
No dejes de visitar:
Se recomienda visitar esta localidad el segundo domingo del mes, exceptuando los meses estivales, los artesanos de la comarca se dan cita en la Plaza del Ayuntamiento de Mula. Una gran diversidad de productos tradicionales te esperan, entre los que nunca faltan los útiles de forja y esparto, los objetos de madera, las ollas y lebrillos de barro, las sillas de anea, alfombras y jarapas de lana, los olorosos embutidos de la comarca, el pan y los dulces caseros, el vino, el aceite, etc. Además en cada mercadillo se realizan demostraciones artesanas, degustación de productos típicos, actividades y animaciones y se invita a los visitantes a recorrer cada uno de los rincones del municipio
El nombre del mercadillo, “Las 4 Plazas”, viene dado porque en su origen lo realizaban los 4 pueblos de la comarca del Río Mula, aunque en la actualidad es solo Mula quien lo realiza de forma periódica.
Latitud: 38.04243 | Longitud: -1.491694
Dirección postal: “Casa-Horno. Casa del Artesano” Calle Páez 30170 Mula (Murcia)
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