Plaza Tiberiades Maimonides
La Judería corresponde a la zona de la ciudad que fue entre los siglos X y XV, el barrio en el que vivían los judíos. Se encuentra situada al noroeste de la Mezquita Catedral, en la zona comprendida entre las calles Deanes, Manríquez, Tomás Conde, Judíos, Almanzor y Romero.
Es una de las zonas más visitadas porque, además de la Mezquita, se pueden visitar monumentos como la Sinagoga, el Zoco Municipal o el Museo Taurino.
Bañada por el río Guadalquivir, que atraviesa la provincia andaluza de Este a Oeste, la ciudad de Córdoba posee una tan extensa como hermosa judería emplazada en el centro histórico en torno a la antigua Mezquita. De pequeña colonia romana, la ciudad de Corduba llegó a ser la capital romana de la Hispania Ulterior; la elegieron como sede de su corte califal constituyéndola desde el año 716 hasta 1031 en la capital de Al-Andalus -el espacio geocultural y político hispano bajo dominio del poder islámico. Dotada así de una avanzada infraestructura (puentes, iluminación, acueductos y alcantarillado), Córdoba se convierte en época medieval en uno de los grandes focos culturales de las tres grandes religiones monoteístas de Occidente (cristiana, islámica y judía).
En el año 755 el príncipe omeya Abd al-Rahman llegaba a la península ibérica procedente de Damasco, huyendo de la persecución de los abbasíes. Un año más tarde se proclama en Córdoba primer emir independiente de Al-Andalus reconociendo sólo la autoridad religiosa del nuevo califa de Bagdad. Como símbolo del estado omeya de Occidente y frente al ilegitimismo de los abbasíes, inició la construcción de la gran mezquita de Córdoba, levantada en el año 786 sobre el solar de la basílica visigoda de San Vicente.
Constaba de un patio porticado –el actual Patio de los Naranjos - un oratorio dividido en once naves, siguiendo el esquema de las mezquitas omeyas de Oriente inspiradas en la casa del profeta. A su muerte, su hijo Hisham I (788-796) concluía las obras de su padre creando un pabellón de abluciones y un alminar señalizado con un inscripción de granito en el Patio de los Naranjos.
En los siglos X-XII el judaísmo sefardí resurge con fuerza en Córdoba, la capital de Al-Andalus o espacio geopolítico en la Península bajo poder mosulmán. Con la llegada al poder de Abderramán III como califa (929), se inicia una política de reconciliación que dará lugar a un importante período de desarrollo cultural. En Al-Andalus surgieron comunidades judías con ciudades como Lucena o Granada cuya población era mayoritariamente judía. Hasday ben Saprut, ministro judío de Abderramán III y nasí o jefe de las comunidades judías de Al-Andalus, fue uno de sus artífices.
Con la caída del Califato (1031) comienzan los Reinos de Taifas que promueven las ciencias y las letras: hacia mediados del s. XI, comienza la edad de oro del judaísmo andalusí.
La influencia judía en la ciudad cayó con el período califal. Pero volvió a recuperarse cuando, conquistada la ciudad de Córdoba por Fernando III en el 1236, se promulgó el fuero que consolidó jurídicamente la conquista. A los judíos cordobeses se les permitió ostentar el cargo de almojafire (recaudador) del Rey. El que un judío pudiera ser recaudador de las rentas y derechos del Rey es prueba de la confianza absoluta que éste tenía en su gestión económica.
ras la conquista cristiana, la población judía permanece en la ciudady ocupa su tradicional aljama de época árabe -la Judería. El barrio comprendía esencialmente el espacio urbano entre la puerta de Almodóvar y la antigua Mezquita.
En 1391 tiene lugar el asalto a la judería. El móvil fue el saqueo de bienes hebreos, y no la matanza de judíos como se había supuesto antes. Con el asalto se rompe el aislamiento de los judíos. Las murallas se abren y las puertas desaparecen. Las conversiones al Cristianismo se suceden en masa. Algunos conversos marchan a otras zonas, como el barrio de San Nicolás, en el actual centro cordobés. Tras el asalto, los judíos quedaron muy pobres; se habían destruido casi todos sus bienes.
En 1478, el corregidor Don Francisco Valdés, después de las revueltas contra judíos y conversos, intentó trasladarlos al barrio del Alcázar Viejo. Pero éstos recurrieron al el Rey ante la falta de infraestructuras mínimas para su habitabilidad. El rey les dio la razón pero les ordenó recluirse en su antigua judería, donde permanecieron hasta la expulsión. Nuevamente, los hebreos vuelven a la zona amurallada.
(Texto: www.redjuderias.org)
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