La RUTA DE LOS ALMENDROS DE MALLORCA se extiende por la zona más oriental de la isla, desde los acantilados al nordeste de Manacor hasta las los alrededores de las localidades de Artà, Capdepera y Son Servera haciendo de estas ruta un homenaje a este cultivo tradicional de la isla.
La Ruta comienza en la capital del Levante malloquín, Manacor. Un lugar conocido por sus famosas perlas de imitación y perfecto para disfrutar de su animado comercio en verano y del florecimiento del almendro en invierno. No podemos poner rumbo al siguiente destino sin visitar su iglesia neogótica del siglo XIX, el claustro barroco del Convento de Sant Vicenç Ferrer y el Museo de Historia de Manacor ubicado en la Torre dels Enagistes del siglo XVI.
Manacor es uno de los lugares con más historia de la isla, cuyo origen se remonta al año 2000 a.C. Prueba de ello, son el Museo de Historia donde destacamos el mosaico de la basílica paleocristiana de Son Peretó. Además de los diferentes yacimientos prehistóricos que se encuentran en sus alrededores como el yacimiento de s’Hospitalet Vell, el único de Mallorca que conserva el techo de un talayot, construcción megalítica con forma de torre.
Nuestro siguiente destino es Artà, una localidad de interesante arquitectura donde destacamos el conjunto de Sant Salvador ubicado sobre un pequeño cerro que domina todo el pueblo. Sus elementos más reseñables son el recinto amurallado, el santuario y las dependencias de Es Donat. Las primeras noticias que se tienen del conjunto son de la ocupación musulmana de la isla, situándose en la cima una fortificación, conocida como Almudaina, que albergaba una mezquita. Con la conquista catalana de la isla, el rey Jaime I convirtió la mezquita en un templo cristiano. En el recinto de la muralla destaca la torre mayor dedicada a San Miguel.
Otra de las visitas obligadas en las proximidades de Artà son las cuevas dels Hams y del Drach, en el pueblo de Portocristo, un espectáculo natural de estalactitas y estalagmitas y un lago subterráneo. Además se recomienda pasear por la Colònia de Sant Pere y los acantilados de Farrutx, donde crecen importantes especies endémicas de la flora y fauna mallorquina.
La ruta continúa en Capdepera, una localidad histórica e imprescindible que también cuenta con numerosos yacimientos arqueológicos ya que se remonta a los siglos X y II a. de C. Entre los que destaca el poblado de Claper des Gegants, un ejemplo de arquitectura talayolítica con piedras rudimentariamente pulidas y encajadas sin argamasa. Pero el protagonista indudable de Capdepera es su Castillo. El Castell está ubicado en un montículo con excelentes vistas. El recinto fortificado fue erigido en el s. XIV por el rey Jaume II para defender la localidad de ataques piratas. Su mayor esplendor se da en el s. XVI cuando llegaron a contar hasta 125 casas en su interior. En los sucesivos siglos hizo las funciones de plaza militar hasta su completo abandono. En los años 80 pasa a ser propiedad municipal hasta hoy en día, el cual se puede visitar todo el año.
Otro de los símbolos de Capdepera es su faro, conocido por la canción de Joan Manuel Serrat “Cada loco con su tema”. Data del año 1861 y se levanta a 58 metros sobre el nivel del mar ofreciendo una de las mejores vistas desde el punto más oriental de la isla, donde el visitante disfrutará de los acantilados de cala Radjada y la vecina isla de Menorca.
Para finalizar la ruta antes de regresar a Manacor, se recomienda hacer un alto en el camino y visitar Son Servera, cala Millor y el puerto pesquero de cala Bona.
La ruta donde se extienden los almendros, cuyo fruto es famoso por su sabor dulce, da lugar a productos tan típicos como el turrón y el aceite de almendra. Además con las almendras también se elaboran algunas de las recetas más populares de la gastronomía mallorquín como el gató con helado de almendra y la leche de almendra.
RECOMENDACIONES
Se recomienda viajar entre finales de enero y mediados de febrero, cuando tiene lugar la floración de los almendros dando lugar a uno de los espectáculos naturales más olorosos y visuales, una bellísima estampa que tiñe los campos en tonos blancos, azules y rosáceos e inunda el aire de su perfume.
La recolecta de la almendra se hace en el verano, tal como marca la tradición. Por ello, no es extraño ver a los payeses con largas varas de madera batiendo las ramas altas para recoger el fruto que cae en las extensas lonas.
Latitud: 39.570435 | Longitud: 3.211518
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