Castillo de Peratallada
El castillo de Peratallada ha tenido siempre fama de ser inexpugnable. Las tierras que lo rodean, esponjosas e inundables, han actuado como una defensa natural de la fortaleza, ya que los enemigos, desconocedores del terreno, acababan a menudo hundidos en algún humedal. El castillo, en cambio, está construido en una roca tan dura que cuentan que cuando los hombres excavaban en la piedra para hacer los cimientos del edificio, los golpes de pico que tenían que dar desprendían unas chispas que les quemaban la piel.
Cuenta la leyenda que el castillo tenía numerosos pasadizos subterráneos con salida a un bosque próximo, para que si el edificio era asediado, sus habitantes pudieran escapar. Un día, un payés de la zona que pasaba por este bosque se encontró una losa con una gran anilla. Tiró de ella y, con mucho esfuerzo, consiguió levantarla. Entonces se introdujo en los pasadizos y descubrió un gran cargamento de habas que había almacenadas en el interior. En aquellos años de desgracias y hambre, el payés cogió tantas como pudo, pero cuando se estaba llenando la ropa, los guardias del castillo lo descubrieron. El hombre huyó a toda prisa y salió del agujero, y tanto corría que fue perdiendo toda la carga por el camino. Al llegar a casa, triste por haber perdido las habas, se quitó la ropa y oyó que algo caía tintineando al suelo. Cuando se agachó para ver qué era, vio que se trataba de un haba de oro. El hombre, entusiasmado, volvió al bosque para buscar la entrada del pasadizo, pero no la encontró. El payés buscó y buscó, pero nunca más pudo encontrar la losa con la anilla que escondía aquel gran secreto.
Latitud: 41.979416 | Longitud: 3.090588
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