Vista de Tortosa y de su catedral
El punto de partida de este paseo es la Plaza Inmaculada en el barrio de Remolins. Desde aquí, nos adentraremos por la calle Jaume Tió i Noé, donde los últimos estudios sitúan el barrio judío viejo desde esta calle hasta el barranco del Célio, en el lado izquierdo de la calle Major de Remolins. Con la ayuda de las fuentes documentales, en este barrio judío viejo se han situado la sinagoga, el horno y la carnicería.
A continuación, seguiremos hasta llegar al lado de la plaza Menahem ben Saruk, donde encontramos la Torre del Célio o Torre Grossa de Vimpeçol. Desde allí, situados en la plaza anteriormente citada, nos introduciremos por la travesía Vandellòs, una de las callejuelas más estrechas del barrio judío, hasta llegar al Portal de los Judíos, el único de los portales de la judería que ha llegado hasta nuestros días. Si lo cruzamos, descubriremos el conjunto defensivo de las Avanzadas de San Juan, construidas durante el siglo XVII, al cobijo de las cuales se encontraba el fosar de los Judíos.
Franqueamos de nuevo la puerta para internarnos en el barrio judío nuevo, donde prácticamente podemos deambular por las tortuosas, laberínticas y estrechas calles, por donde lo hicieron los antiguos habitantes. Conserva prácticamente la misma estructura urbanística. El barrio, que siempre ha estado habitado, únicamente ha modificado su fisonomía al crecer verticalmente debido a la poca superficie de los solares.
El barrio judío nuevo parece que data del primer tercio del siglo XIII, momento en qué la señoría de Tortosa, representada por Ramón de Montcada y los frailes del Templo, otorgó una carta de franquicias a 25 judíos para su construcción.
La aljama tortosina era una de las más importantes del país, y las actividades comerciales y financieras de los miembros más preeminentes beneficiaban indirectamente a la población cristiana.
Durante el siglo XIV, se abre en toda la Península un período de fuerte presión social hacia los judíos, que tendrá como consecuencia las emigraciones y las conversiones en masa. En el caso de Tortosa, el estallido no fue tan cruento como en otros sitios. Por orden real, las autoridades locales decidieron la reclusión de los miembros de la aljama en el Castillo de la Suda para protegerles de un posible ataque.
No podemos dejar de pasar por la calle Vilanova, con un ancho superior al resto y con la peculiaridad de un trazado rectilíneo y disposición transversal. Tenemos constancia de su apertura en el siglo XV. Hay que visitar las plazas del Platger y de la Figuereta, que conservan de forma testimonial la pintoresca imagen que ofrecían las plazas con pozo.
Salimos del barrio judío por las calles Major de Sant Jaume, y Santa Anna, hasta llegar a la calle Doctor Ferran, esquina con la Rambla de Felip Pedrell, para acabar con esta ruta. Este camino es el mismo que condujo a los judíos hasta la Seo en febrero de 1413, momento en qué se inició en las dependencias de la Catedral la Disputa de Tortosa. La controversia, convocada por el Papa Benedicto XIII, fue una iniciativa de su médico, el converso Jerónimo de Santa Fe, para discutir la llegada del Mesías y, en consecuencia, la pérdida de sentido de la religión judía. Se produjeron aproximadamente 70 sesiones públicas presididas por el Papa, que se prolongaron hasta el año 1414. Los resultados de la controversia fueron nefastos para la comunidad judía.
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